Roger Waters en Montevideo 3.11.2018
- Martín Prado
- 24 ene
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 3 mar

Hacia 2015, cuando cursaba 5to año de secundaria, había redescubierto la música de Pink Floyd, varias de sus canciones estaban en los pendrives musicales de mi casa y claro, también en mi celular. Todavía no conocía toda su historia, mucho menos su discografía completa, pero en las tardes, cuando llegaba a casa después de un largo día de estudio y mucho fútbol en la placita, prendía la PC de escritorio y dejaba cargando algún video mientras me duchaba, para que la primitiva conexión a internet no fuera a impedir un fluido disfrute musical cuando volviera. Siempre preferí la música en vivo, no hay cosa mas hermosa que escuchar y ver música. En esos días, Guns N´Roses, Aerosmith, Foo Fighters, Dire Straits, Scorpions eran bandas que escuchaba y veía a diario (todavía forman parte de mis escuchas actuales, claro), y entre ellas también estaba Pink Floyd.
La primera vez que escuche conscientemente a la banda, fue unos años antes, 2012/13 probablemente. Un par de amigos y yo fuimos introducidos al rock en lengua extranjera por nuestro profesor de historia, quien ya me había mostrado las dos primeras bandas que llamaron mi atención (Dire Straits y Guns N Roses), pero aquel día reprodujo Another Brick In The Wall en su pequeña laptop roja y gris. Claramente ya habíamos escuchado aquella canción miles de veces, como todo el mundo, pero nosotros desconocíamos completamente el nombre, la banda, todo. Aquel día, cuando llegué a casa ya sabía que iba a escuchar:
En 2018, cuando me enteré de que Roger Waters venía me sorprendí mucho, aquel genio del que había leído y escuchado tanto, el principal hacedor de aquellas canciones y discos tan influyentes en la música iba a tocar en Montevideo. Es evidente que me moría por ir, pero estaba viviendo desde 2016 en Montevideo dedicado 100% al estudio y no pretendía generarle a mis padres un gasto más, por lo que había descartado asistir al evento. Unos días antes del concierto una entrada cayó del cielo, un cielo con nombre y apellido, pero al que llaman Juanjo, así que gracias Juanjo.
El 3 de noviembre de 2018 fue mi primer concierto de nivel estadio, iba sin saber muy bien con que me encontraría pues no estaba siguiendo la gira, aunque ya en la televisión y en varios medios se anunciaba aquel concierto como uno sin precedentes en nuestro país, tecnología jamás vista por estos lados, sistemas de audio con sonido envolvente, el escenario más grande que haya albergado el Centenario y más.
Yo era uno más entre las 40.000 personas que asistieron aquella noche al concierto que más me ha impactado hasta la fecha, aunque puede ser que el hecho de que haya sido el primero ayude a enaltecerlo, pero créanme, fue increíble.
A las 21hs. se encendió la inmensa pantalla que recorría el ancho de la cancha de lateral a lateral y que mostraba a una mujer frente al mar, mientras el sonido envolvente que efectivamente provenía hasta de nuestras espaldas provocaba dudas entre los espectadores ¿era el sonido del viento y agua de la pantalla o venía de alguna otra parte de la ciudad? ¿y ese murmullo? ¿acaso en la tribuna Olímpica todos hablaban de repente?
Roger no había ni aparecido en el escenario y ya era evidente que lo que íbamos a presenciar iba a ser memorable.
Breathe, y el estadio entero aplaudió la entrada de uno de los músicos mas importantes de la historia.
Aquella noche sonaron varios de los temas que fueron pate fundamental de la playlist de mi adolescencia, la ejecución fue perfecta y el setlist tuvo la dosis necesaria de hits y claro, algunas canciones del ultimo trabajo solista de Waters. El protagonismo de la inmensa pantalla fue majestuoso, es probable que Waters sea de los que mejor saben sacarle provecho a la herramienta. El punto mas increíble fue cuando en ella comenzó a aparecer de manera ascendente la icónica fábrica de la portada del álbum Animals, cuando llegó hasta el borde superior todo el mundo esperaba que finalizara el movimiento, pero en conta de la lógica presente en aquel momento, la fábrica siguió subiendo mas allá de la pantalla, combinando la imagen led con cuatro torres enormes que no solo subían detrás de ella, sino que ¡TIRABAN HUMO! A esa altura ya no sabía que mas podía esperar de esa noche.
Hubo más, mucho más, una pirámide de láser que replicaba la portada del Dark Side of the Moon, el famoso Algie que voló sobre el público que se encontraba en el campo y lo más importante, hubo un show increíble de dimensiones técnicas que no se habían visto jamás y que representó para Roger Waters un debut soñado frente al público uruguayo.
Nunca me voy a olvidar de esa noche, no dejé de asombrarme ni un minuto.
Me quedé con las ganas de escuchar In the flesh y Mother, pero qué se le puede recriminar al señor después del pedazo de concierto que acababa de dar. En el ranking de conciertos a los que fui, este sin dudas está en el podio.

Les comparto la crónica publicada en LaCarne Magazine en la que colaboré con las fotografías.
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